De vuelta al juego


Como les había contado, estaba desconectado de la vida y no podía apreciar las singularidades del mundo moderno por haber perdido –de una forma bastante estúpida-, mi celular.

La semana pasada se concretó la entrega del móvil corporativo. No es WOW, pero tampoco es UHHHHHH, y menos AHHHHHHH, aunque sí es EHHHHH (?).

El temón con el celular fue recabar los números de todos mis amigos y compañeros de trabajo. Mandé mail, con cierta vergüenza, pidiéndoles sus números. Recibí múltiples respuestas a ése correo, pero sin duda la más representativa fue la que me mandó mi amigo Warren Spinoza y Justo (el Seba, bah…).

Dice la epístola:

Sin ánimos de ofender, ni mucho menos, creo que sos bastante pelotudo. No proclamaré ningún otro tipo de improperio. Te aconsejo que cuando des tu número nuevo (y van...) lo des así: 154 555 555*. Así es más fácil aún recordarlo. Nada más. Ve con Jehová


CUÁNTA VERDAD...

*Número que actúa como doble de riesgo.