Pérdidas: balance y proyección (?)

Lolo, sólo localizable por fijo y en zonas alejadas y, claro, mirando a la lontananza (Pic by Gabiota 2007)

Tanta vuelta con el celular para acá y para allá, que finalmente lo perdí. No me pregunten cómo. Simplemente lo perdí. Quizá porque sufro, según yo, de ADD (QUE UN AMIGO, IRÓNICAMENTE PARODIANDO MI HIPOCONDRÍA DICE QUE ES TDMA...). Lo cierto es que mi celular no existe más. No queda nada de él.

Fui a las oficinas de los dementes de Personal que me ofrecían un nuevo equipo si firmaba contrato con ellos por un año más. Al ofrecimiento prosiguió una carcajada desmedida en la cara de la pobre vendedora que se vio obligada a darme otras opciones, como suspender la línea por 50 días y luego darla de baja.

Cuestión que hace una semana que ando sin ése aparatejo del demoño. De esta forma, soy casi invisible ya que pocos me han podido contactar; salgo del departamento sin preocuparme si tengo el equipo o no (RECORDEMOS QUE SIEMPRE ME LO OLVIDO); y tengo una preocupación menos en la vida.

Como tengo más culo que cabeza, al día siguiente de perder el celular me dijeron en el trabajo que me darían uno corporativo. Lo cual no sé si es genial o el terror en persona. Por estos días me debato entre esas dos alternativas, y hasta que llegue el coso nuevo, disfruto de la libertad que había perdido hace cuatro años y que recuperé, paradójicamente, con una pérdida la semana pasada.