Cronología de una cena olivística

Olivia no para. Ya todos conocemos las dotes culinarias de mi amiga. Pero también tiene otras especialidades. La sucesión de hechos comenzó a las 20.30 cuando cae un mensaje a mi celular:

Olivia: ¿querés venirte a cenar a casa?
Lolo: Bueno, dale…. ¿qué llevo?
Olivia: La comida (!). Yo tengo para tomar.
Lolo: Pero… ¿me estás invitando a cenar y tengo que llevar la comida? Bueno, ¿qué comemos?.
Olivia: Había pensado en empanadas.
Lolo: ¿Por qué no llamás por teléfono y las pedís? Las pagamos allá.
Olivia: Bueno. ¿Tenés el teléfono?
Lolo: Vos sos la que tiene la heladera empapelada de imanes… no lo tengo.
Olivia: Pasá, si te las sacan de toque…
Lolo: Pfffffff. Bueno, ahora voy.

Salgo. Agua congelada en las calles. Unos 5 grados bajo cero. Patiné por todos lados, pero por suerte no me desnuqué. Son las 21. La empanadería repleta de gente…Realizo el pedido. “En un ratito salen”, me dijo amablemente la empanadera.

A las 21.40 el pedido aún no salía y argumentaron sobresaturación de pedidos. Les recordé que el eslogan comercial que utilizaban era “en 10 minutos, 11 variedades”. Se rieron. Cinco minutos más tarde recibo un llamado:

Olivia: ¿Qué hacés que todavía no llegás?
Lolo: …

CONCLUSIÓN:
1) Me invitan a cenar y tengo que llevar la comida.
2) Me clavo 45 minutos esperando que me den la comida.
3) Recibo quejas por mi tardanza…

Como diría el amigo Emilio, que alguien por favor me preste un lápiz así me dibujo la cara de bolú...




ACTUALIZACIÓN: Emanuel tiene razón. La empanadería en cuestión se llama Bairoletto. Está en las calles Roca y La Rioja, y mienten con descaro en eso de los 10 minutos. He dicho.