Os Argentos

Los argentos, en general, son una etnia proveniente de ciertos lugares de la ciudad autobomba de Buenos Aires y zonas aledañas que con su complejo de ombligo del mundo pasan fácilmente como bananas, siendo seres totalmente detestables y repugnantes. Pero sus actitudes trascienden las fronteras. 

En un apacible viaje que realicé a Florianópolis, Brasil, tuve la mala suerte de cruzarme en reiteradas oportunidades con Os Argentos, la versión turista de los seres descriptos en el primer párrafo. 

 Sin siquiera importarles, como mínimo, la cultura azoriana del lugar, se comportan como verdaderos simios y ni siquiera hacen un esfuerzo de decir “obrigado”, sino que sacan a relucir toda su arrogancia con su acento porteño marcado para maltratar a todo el mundo lusoparlante. 

 Si hubiera tenido en mi poder una ametralladora y licencia para matar por un par de horas, habría realizado una limpieza de las playas del norte de la isla al ritmo de la samba, el sertanejo y la bossa nova. Y algo de murga, por qué no. 

 Como verán, esta gente despierta en mí un espíritu asesino sólo comparable con el que me despiertan los malditos brasileños que en invierno invaden la cordillera argentina, a quienes acribillaría al son de una buena chacarera trunca.