El conurbano neuquino

Chicos, tuve una revelación. Somos una ciudad grande y se nos ha formado un conurbano –bastante triste y campechano-, desde el cual acuden impunemente seres marginales a tratar de saciar sus más atroces necesidades anarquistas y troscas.
Sin ir más lejos, hoy me vi obligado a usar el transporte público y volviendo desde Cipolletti a Neuquén tuve que:
1) Soportar una horda de pelotuditos “universitarios” munidos de banderas rojas para vaya a saber qué intento de instalar el comunismo en esta provincia;
2) Aguantar que una delirada me quisiera dar un caramelo porque “si sonreís el mundo será un mejor lugar”, cuando la verdad es que sería un mejor lugar si te vas con esas ideas a VIEDMA.
3) Tolerar desde la repugnancia a un personaje de Gasalla que me dio una estampita no sé con qué objeto, intuyo que recaudar dinero desde el horror de su persona.
El punto de depravadez al que hemos llegado no tiene nombre. Ahora siento ruidos de protesta en el centro. Vienen por todos nosotros. Esto no es un simulacro, esto es LAPOCALIPSI.