De amistad, cortejos y cables rotos

*Para el Día del Amigo tuve que faltar a la oficina para evitar ser llevado al peligroso camino de las falsas respuestas a salutaciones del estilo “FELIZ DIAAAAAAAAA” (emoción, abrazos, besos) del tipo “igualmente”. O era eso, o iba con granadas caseras repartiéndolas a discreción. Estoy más humano, claramente.

*Sufrir una tragedia no es que vuelvas de caminar 10.000 cuadras y que justo en el cruce peatonal enganches un tren carguero de 80 vagones que va a 0,03 km/h, sino enganchar un cortejo fúnebre donde al parecer el finado era un fierrero si tenemos en cuenta que los dementes que seguían al coche me intentaron atropellar con cierta intencionalidad a intervalos regulares.

*Todos los días me cruzo en el ascensor con el mismo gato viejo berreta del 14 que usa los espejos para acomodarse las lianas que tiene como cabello y chequear que el maquillaje TSU que usa no se le haya corrido, inundando con un barandón copia de algún CH todo el ambiente. Siempre caigo en la misma fantasía: que se corten los cables y no tener que vivir más esa situación cual Groundhog Day.