La técnica

Un compañero descubrió un método altamente efectivo para hacer frente a la incompetencia y las pocas ganas de hacer bien las cosas de algunos directivos cuando necesitás algo urgente. Tipo, que alguien salga a hacer imágenes, un DVD, un mini DV o algún material que esa gente puede proveer-coordinar.

Porque es así, la primera respuesta siempre es NO. Entonces me enseñó que una vez que planteás el problema te quedás en la oficina de brazos cruzados en actitud de espera, aguantando que putee, que diga lo que quiere. Finalmente no soporta más la presencia y termina por mover las pezuñas y hacer lo que tiene que hacer. Y funciona.

Lo probé un día y anduvo.

Entonces decidí aplicarlo a otros aspectos de la vida. Llevé a mi pequeña a una estafa infantil llamada DiverTown (con el nombre ya me debería haber dado cuenta de que estaba frente a un timo de proporciones siderales). El coso este era un rejunte de actividades recreativas para niños completamente mal organizadas y con incompetentes que competían (valga la paradoja) para ver quién hacía peor las cosas.

En una de las andanzas, entramos a Villa Sauria. En la entrada no advirtieron que los niños más chicos podían sentirse asustados por los sonidos y los muñecos de velocirraptores que te atacaban. La pequeña se sintió muy asustada y tomó nuestras cosas al grito de “nos vamos de acá, pá”.

Mientras se le pasaba el susto en un castillo inflable, fui a reclamar la plata de la entrada:
-Mirá, me vendiste una entrada sin ponerme en conocimiento de que el show podía ser poco adecuado para los más chicos. NECESITO que me devuelvas la plata.
-Te la devuelvo, pero dejame decirte que (insertar aquí perorata de alabanzas al show mientras una horda de niños salía aterrada del recinto).
Me crucé de brazos sin decir palabra y me devolvió la plata.

Contento con la teoría, enfrenté al almacenero del frente que es la encarnación del mal.
-Llevo una gaseosa, este pan lactal… aunque está vencido…
-A ver… apenas dos días, se puede comer.
-Prefiero que no. Deme jamón y queso.
-No tengo.
-Los estoy viendo en la góndola.
-No me anda la máquina.

Ahí activé la estrategia y me crucé de brazos esperando que me venda lo que le pedía. Pasó un rato y me dijo:
-¿sabés? Me hacés un favor si te vas de mi negocio, no pienso venderte nada, andate, salí de acá.
-¿Sabe? ¿Por qué no cierra la persiana de este antro lleno de pan vencido y se dedica a otro rubro más interesante, como maldecir la vida horrenda que tiene?

Y me fui.

Y bueno, la técnica no siempre funciona.