Ataque Ray Bam



Este año perdí dos pares de anteojos de sol. Eran caros y me molestó mucho perderlos, más teniendo en cuenta que el año pasado perdí otros. Entonces decidí que como se me pierden muy fácilmente es mejor comprar esos baratos de la calle que se ven más o menos dignos.

Compré unos en marzo y ayer compré otros porque los de marzo, previsiblemente, se me perdieron quién sabe dónde. Estaba contento porque me habían salido apenas 30 pesos y son muy regios (y los perderé en breve, naturalmente).

Pero, cuestión, que los usé para un evento extremo: andar en bici durante 60 kilómetros por el medio del desierto patagónico.

Durante el tramo de regreso, la mezcla calor-transpiración hizo que se soltara el pegamento en el “vidrio” derecho que se metió directamente entre mis pestañas, pegoteándome el ojo y haciendo trabajar al saco lagrima de forma demencial.

O sea, está bien que la inversión no haya sido LA inversión, pero no está bien que me ataquen unos miserables lentes de sol de 30 pesos. No lo voy a permitir. Estos los voy a perder a propósito.