Compendio de pensamientos dispersos generados mientras miraba distraídamente hacia el horizonte.
Lontano, Lolo
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La gente a la que le preguntás cómo se llama y te dice “Pérez Roberto”, merece una tunda de proporciones desmesuradas al punto tal de que termine con una amnesia traumática aguda que le haga olvidar su nombre y apellido por completo.
Peleles con caritas de buenos. Mi empresa de telefonía celular ha despertado en mí los más primitivos instintos salvajes. Tengo ganas de entrar al local en hora pico y darles con una porra a los primates incompetentes que no pueden hacer andar las cosas como corresponde. Hoy intenté cargar crédito y la locutora me dijo “este servicio no está disponible” (!). Necesitaba usar el celular de forma urgente por el laburo. Para colmo el servicio de atención al cliente daba ocupado. Llamé al Club Personal y el desequilibrado operador que me atendió me pidió TODOS mis datos para poder realizar un canje por crédito. Después de interrogarme media hora me dijo: “disculpe, el sistema está caído, pero es mi sistema, eh. Cuelgue y llame, que otro operador va a poder realizarle el canje” . Respiro profundo. Cuento hasta 11. Vuelvo a discar y una amiga del desequilibrado encara de nuevo con el interrogatorio. “Mire, le acabo de dar toda esa información a un sujeto que me atendió recién” , le explico a ...
(breve poema geoestacionario) Oh, brutal pelusa del álamo, que nacéis en capullo encaprichado en los brotes de octubre y voláis por los aires de los valles de los ríos Limay, Neuquén y Negro, y sus afluentes. Oh, tormentosa pelusa nacida de la salicácea protectora de los montes frutales. Oh, irreverente pelusa que os coláis por cuánta rendija abierta encuentras, irritando narinas, sacos lacrimales y demás órganos estudiados por la otorrinolaringología y ciencias afines. Iros. Iros, oh fatal pelusa del álamo. Iros por la estepa patagónica sin rumbo aparente y no retornéis. Iros, oh megalómana pelusa, y dejad de motorizar la industria farmacéutica de alquilaminas, piperazinas. piperidinas y todas las inas que os se te ocurran. Iros ya, oh infernal y subversiva pelusa y dejarnos disfrutar de los vientos huracanados con tierra y calor senegalés que nos trae la primavera. Fin.
Amo jugar al fútbol. De chico me aterraba tocar una pelota. Pero de grande, le encontré el sentido. Es un juego liberador, divertido, una válvula a semanas estresantes. Juego y terceros tiempos. Amo el fútbol. Hace más de 10 años que jugaba al fútbol con, más o menos, el mismo grupo de amigos. Todos sumándose por otro un amigo o un conocido, que al final de vernos semana tras semana se van transformando en personas que querés y extrañás cuando no las ves. Pero hace un tiempo las cosas empezaron a cambiar. El ámbito machito del fútbol siempre fue una mierda. Siempre, esto no es novedad. Pero como amo el fútbol al principio me lo fumé. En el medio me lo dejé de fumar y traté de que se entendiera mi punto de vista. Pero al final me di por vencido. No estoy para hacer un tratado de sociología de qué pasa con los grupos de hombres que deslindados de sus actividades diarias: parejas, esposas, hijas e hijos, interactúan con otros en similares condiciones unidos por una bocha. Per...