De desfiles e iracundia

En los manuales de usos y comportamientos para quienes escriben en blogs, de los más reconocidos en toda la faz de la tierra, siempre surge la cavilación de si se debe promocionar el blog propio entre la gente cercana, tipo familia o compañeros de trabajo.

Como se trata de un espacio sumamente personal, cada quién le da la pelota que quiere a la prohibición de difundirlo entre estos seres. Pero ocurre el caso de que no querés que se enteren y terminan encontrándolo.

Reflexiones a la Lontananza, lo sabemos, no goza de fama ni de popularidad en el concierto de la blogósfera, ni aún en horas pico. Pero resultó ser que una de mis compañeras lo descubrió.

Y no sólo lo descubrió sino que me delató ante toda la oficina, que leyó estupefacta las cosas que escribí sobre ellos. Lo interesante es que todo pasó desde la tribunera “te vamo’ a hacér bolsa”, a tener que soportarlos pasando delante de mí ensayando los más variados temas que ellos suponen graciosos para ser mencionados en el blog.

La próxima payasada sin gracia que hagan delante de mis narices al susurro de “seguro esto lo publica en su blog”, procederé a utilizar el lanzallamas que me compré para la ocasión que tiene una gran inscripción en su envase rojo: GET A LIFE.