Viajero

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Creo que cuesta más acostumbrarse a los 250 metros de altura que tiene esta ciudad que a los 3.400 que tiene el Cusco. Y a propósito de esto, estuve leyendo un libro de Martha Medeiros, una gran escritora brasileña, que en un escrito dice lo que sigue (es un extracto del texto y la traducción es libre de la casa, eh…)

“Viajar no es sinónimo de vacaciones solamente. No basta con llenar el auto con sombrillas, sillitas, flotadores y almohadas, e irse en dirección a una playa sucia y abarrotada. Eso no es viajar: es veranear. Viajar es otra cosa. Viajar es transportarse sin mucho equipaje para recibir mejor lo que las andanzas tienen para ofrecer.

Viajar es despedirse de uno mismo, de los hábitos cotidianos, de las reacciones previsibles, de la rutina inmutable, y renacer virgen y curioso, abierto a lo que te va a ser enseñado. Viajar es volverse un desconocido y aprovechar las ventajas del anonimato. Viajar es mirar para adentro y desenmarscarse.
(…)

Viajando comés panceta en el desayuno, usás corbata para cenar, paseás en la lluvia, vas al súper en bici, le contás confidencias a gente que nunca antes viste en la vida. Viajando dormís en el césped, usás el baño público, comés carne de cobra, andás en lomo de burro, cosés tus propios botones. Viajando le errás en la pronunciación, usás un collar de caracoles, cambiás horarios, manejás del lado derecho del auto. Viajando sos reinventado.

(…)
Lo que somos, en realidad, nunca es revelado en las fotos”.



Nunca más de acuerdo. Aún. Piénsenlo. Está bueno redescubrirnos en los viajes, y eso es algo de lo que no me había dado cuenta. Siempre algo cambia en uno. Así que demos gracias a Thor por eso.


PD: No se alteren. Volveremos con las quejas habituales en breve.