Renato y mi vecino

Hace mas o menos un mes vengo sufriendo el hostigamiento semanal de un engendro vil y atroz conocido también como mi vecino. Se trata de un sujeto que mora justo en el departamento de al lado y tiene como deporte quejarse de que Renato, mi pequeñísimo compañero de aventuras, escarba en la tierra de sus macetas.

Como además de ser vil y atroz es un cobarde, manda notas por debajo de la puerta del tipo: “ver al gato, me rompió las plantas de nuevo”, o “tu gato sigue en mi balcón”, en lugar de tocar el timbre y explicarme en detalle la situación.

Simultáneamente, anoche me puse a arreglar la porqueriza en la que se había convertido el balcón, y mientras ordenaba mi vecino me dice “hola”. Contesto a su escueto saludo y agrega “aprovecho para decirte que tu gato volvió a escarbar en una maceta”.

Esta vez me asomo a ver la gravedad del asunto y veo una serie de plantas horrendas que deben haber sido traídas de las afueras de la periferia de la ciudad y dos gramos de tierra en el balcón. Ése era el pecado de Renato. Y, no contento con casi provocarme una ceguera con tales arbustos que él llama “plantas”, me da dos consejos:

1) Atá al gato, así puede estar solo en tu balcón (Si hago esto, cuando Renatito quiera saltar al árbol se despedirá de este mundo colgado)

2) Poné algo en la división de los balcones así no salta (a menos que ponga un muro de 2 metros de altura electrificado, el gato va a pasar igual).

Conclusión, vecino: cuando aprenda a elegir plantas como la gente y a vivir en sociedad, podemos empezar a ver cómo hago para contener al gato. Mientras, considero que Renato le hace un favor a la humanidad si destruye ése herbazal semi-seco y con plantas que crecen en medio de los desiertos más hostiles del planeta.



Además, con esta carita ¿qué mal podría hacer Renato?



TODAS INJURIAS.