Anarquía capitalista

En una aparente contradicción, no he conocido cosa más confusa en la vida que mi tarjeta de crédito. Además de ser más anarquista que Mijaíl Bakunin, se comporta de forma totalmente ciclotímica y bipolar.

Por caso, estoy 25 días al mes sin saldo para operar. Cero. No puedo ni comprar chicles. De pronto, el día menos pensado y cuando ya me cansé de andar rastreando monedas por todo el departamento, la tarjeta está totalmente disponible. Ése día salgo y compro todo lo que me está haciendo falta desde hace semanas.

Naturalmente, cuido que no se quede sin saldo. Pero así, de la nada, se queda sin límite para operar. Y me deja a pata nuevamente. Supongo que alguna explicación debe tener, y que está relacionada con las fechas de cierre, los pagos y esas cosas; pero no es algo que mi cabeza pueda entender.

La odio con locura.
Pero a la vez la amo porque me salva en momentos acuciantes.
Pero la odio por anarca.

La indecisión… no tiene precio.