Qué lindo. Salís del laburo. Caminás con ansiedad las cuadras que te separan de tu morada con 35 grados a las sombra que parecen 90. Soñás con llegar y tirarte a dormir un ratito, para recuperar energía y, de paso, olvidarte que afuera la sensación térmica es la misma que en el propio infierno.
Estás llegando, deshidratado, y frente a tu edificio hay un camión revolvedor con los motores a full y no sabés qué hacer, aunque el primer instinto es lanzar un sollozo descontrolado.
Pues bien, estoy a punto de ir y tirarme dentro del tambor, pasar a mejor vida y acabar con este suplicio. O capaz me voy al río. Encima indeciso… ¡QUÉ DÍA!
Estás llegando, deshidratado, y frente a tu edificio hay un camión revolvedor con los motores a full y no sabés qué hacer, aunque el primer instinto es lanzar un sollozo descontrolado.
Pues bien, estoy a punto de ir y tirarme dentro del tambor, pasar a mejor vida y acabar con este suplicio. O capaz me voy al río. Encima indeciso… ¡QUÉ DÍA!