Carona


Me crié siempre en las periferias de Neuquén. En lo’ barrio’, sería.

Hace dos años -ya independizado de los pasteles de papa, la ropa limpia, y eventuales operativos de limpieza en mi cuarto comandados por madre-, vivo en un departamento que podría catalogar como Triple B: bueno, bonito y barato.

Sin embargo, extraño al almacenero del barrio de una forma horrenda.

La señora del almacén que está a 1 cuadra del departamento vende todo tipo de menesteres pero a precios según el valor del barril de petróleo.

Hace unos días quise comprar una lasagna y la muy homínida me cobraba un dineral que sólo podría pagar un gerente petrolero de Dubai. Así que le dije: “bueno, dejá… dame un yogur de esos de 100 pesos y un agua mineral de 80 y listo”.

Extraño hasta las lágrimas al almacenero del barrio.