Café caliente

Los mozos del buffet me generan una sensación de aborrecimiento que no tiene nombre. Te sirven el café a las 8:30 y a las 11.30. Ni un minuto más, ni un minuto menos. Si no estabas, te lo perdiste.

Pero no es por esto que los aborrezco. Si les pedís un café fuera de ése horario ponen primera con una letanía moncorde hacia sus adentros, pero en tu propia cara, diciendo quién sabe qué barbaridades. Con cara de pera*, te traen el café quemado, frío y casi tirándotelo sobre el escritorio.

De todos modos lo que más, más aborrezco es que si vas al bufet y te servís un café por cuenta propia te lanzan improperios de todo tipo basados en la premisa “estás haciendo mi trabajo”.

Soy esclavo de estos seres demenciales que a la 1 pm ya están en sus casas con las patas arriba del sillón mirando alguna porquería en la tele. En definitiva, es por esta razón por la que más, más, más los odio.




*Término geñal acuñado en Prendete Otro.