Lontananza cercana y sorprendente

El calor se instaló y parece que se queda unos buenos días más por estos lados de la Patagonia. En una tarde de semana, cansado de “oficinear” y con 34 grados sobre el lomo, decidimos con Loli y Savants irnos a los Acantilados de Las Perlas, un lugar que está a unos 15 kilómetros de la ciudad, completamente desconocido para mí.

Cuando llegué, mi sensación fue de asombro total. Jamás pensé que un lugar tan lindo estaba tan cerca. Pasamos toda la tarde ahí y yo me sentí el pibe de 10 años que escalaba cuanta barda(*) podía. Fue genial.

Dejo aquí algunas de las tomas de ése lugar increíble, y prometo ponerme las pilas con el blog que, pobrecito, cumplió un año el 9 de febrero (ESTE FUE EL PRIMER POST), y me olvidé completamente.

Mano
En plena escalada, la típica foto de mano loliana de presentación.

Acantilados de Las Perlas
Los Acantilados de Las Perlas en todo su esplendor. Abajo corre diáfano el río Limay, a la derecha se ve algo del verde del Gran Valle de la Patagonia.

Río Limay
El río y la pared del acantilado fotografiados desde uno de los puntos más altos y con cierto vértigo encima.

Atardecer en Las Perlas
El ocaso de la jornada, con un cielo increíble. Casi tan increíble como este lugar.


Como siempre, ¡seguimos trabajando para usté!

(*) Para los que no están familiarizados, se le dice barda a la formación geomorfológica de la zona. Ejem... traducido quiere decir algo así como mesetas, pequeñas sierras desérticas.