Digna mediocridad

El escenario del conflicto (?)

El sábado pasado se me ocurrió ir a hacer unas compritas porque durante toda la semana diversas tareas me lo impiden. Para ello atravesé caminando la parte central de la avenida Argentina, la principal arteria de esta ciudad de la Patagonia.

Eran las 7 de la tarde. No caminaba NADIE por esta avenida, sin embargo desde el municipio se había dispuesto un corte que abarcaba siete cuadras. Reitero, un corte sin fines específicos en la principal avenida de la ciudad.

Seguí caminando por el medio de la calle, completamente vacía. Si éramos 5 personas creo que exagero. Un despropósito. O sea, cortá la calle si hay 100 mil personas en el centro ¿no?

Entré a Musimundo a preguntar por algo y me debería haber atendido un vendedor, pero en su lugar era un patovica que me increpó: “¿Qué necesitás?”. Ante tal tonito, le dije que nada y me retiré pensando “cómo puede ser que pongan a atender a clientes a un tipo así…”, y caminé dubitativo unos metros.

Quise ir a otra librería que está por esa avenida y estaba cerrada. O sea, SIETE DE LA TARDE. En fin, seguí mi aventura.

Me percaté cómo se perdió todo el verde de los canteros centrales de la avenida. Llenaron todo de cemento y baldosas. Neuquén parece una ciudad antisísmica por tanto concreto que le metieron en los espacios verdes. No sólo en estas plazoletas, sino en el Parque Central, donde construyeron una gigantesca rambla de cemento que comunica el Museo Nacional de Bellas Artes y termina en un sector de la avenida donde está el monumento más horrendo del planeta: tres bolas de colores sobre un soporte metálico que se supone es una fuente. Una bazofia sórdida en pleno centro. Prometo que voy a ir y sacarle una foto para que se vea el monumento al espanto.

Luego pensé que tal vez yo era el único idiota en la ciudad: No había gente en las calles porque todos se dieron cuenta de lo mediocre que es todo esto y se fueron a vivir a un lugar más digno. Lamentablemente, esto también era una falacia. Caminé un par de cuadras más y ahí estaba el mar de gente amuchada en el sector del Bajo de la ciudad, con calles infestadas de autos en un paisaje absolutamente demencial y berreta.

La próxima vez, antes de salir a comprar algo, prefiero meterme a una bolsa negra de Cliba, que alguien me deje la calle, que me lleve el camión compactadora y me compacte. Eso sería más digno. Lo juro.