Pasados desencontrados

Diciembre siempre trae esa manía frenética de juntarse con todo grupete de gente que pueda existir en la vida. Todos los días son un desfile de asados, pizzeadas y juntadas con diferentes gentes cuyo leit motiv es despedir el año, principalmente, o reencontrarse con gentes de antaño.

Pues mientras este espacio estuvo stand by, se concretó el reencuentro con mis ex compañeros de secundaria ya que se cumplieron 10 años de nuestro egreso. Asistimos a la cita 15 de los 25 que conformábamos el curso.

Fue divertido re-conocernos luego de tanto tiempo. A algunos los seguí viendo durante estos años. Con otros tuve la rara sensación de conocer a una persona nueva. Juicio al tiempo. O sea, ¿qué hace este gordo en lugar de aquel flacucho que no se bajaba jamás de su bicicleta? ¿Quién es esta rubia? ¿Qué hace esta chica con esta nariz nueva? ¿Cómo pasó este sujeto de ser un nerd a un pirata de la noche?. Todas preguntas sin respuestas, obvio.

Toda la noche transcurrió bajo el dominio de estas tres preguntas: ¿de qué estás trabajando? ¿tenés hijos? ¿cuál es tu situación afectiva?. Juro que esas preguntan hilaron toda la velada.

Para ponerle onda, casi todos respondimos estas preguntas primordiales (?), otros se escondieron detrás de litros de cerveza y otros desembucharon las más terribles angustias existenciales ante la mirada azorada del resto. Claro está que quien pregunta en serio debería estar preparado para recibir como respuesta una linda LINDA catarsis.

Nos sacamos fotos de forma totalmente desequilibrada como si no existiera un día después de esa noche con todas las combinaciones de gente posible. Recordamos anécdotas de lo más pavas e intrascendentes pero que por algo las recordamos. Casi ni recordamos a ningún profesor. Nos reímos como hienas de los que no fueron a la reunión. Qué dementes.

Conclusión: hace 10 años éramos unos pelotudos. Hoy lo seguimos siendo, sólo que la edad ya no nos acompaña.