La revolución de la impertinencia

La revolución ha comenzado. Creo que estamos rodeados y no tenemos escapatoria. Se trata de la revolución de los impertinentes y es hora de sofocarla.


Anoche fui a escuchar a Jorge Fandermole (SEPA MÁS) que tocaba en La Curtiembre Cultural, un ameno espacio en Neuquén. El concierto fue austero y muy bueno.

El problema surgió con tres especímenes que forman parte de las redes secretas de la impertinencia.

SUJETO 1: El impertinente conectado.
Durante TODO el concierto se la pasó mensajeándose con vaya a saber uno quién. No paró. En vez de disfrutar la armonía de la sala, estaba como idiotizado con su celular inmundo que clareaba su cara horrenda de primate trastornado. Si no te gusta Fandermole, andate a la tirar al río con tu celular mugroso y dejanos vivir en paz a nosotros. Gracias.

Sujeto 2: El impertinente durmiente
En determinado momento, se acurrucó en la butaca y se durmió (!). Así, sin muchas vueltas. Si no te gusta el cantante, andate a dormir a tu casa. ¿Por qué nos obligás a todos a verte cual oso hibernando y cabeceando como si carecieras de cervical? Hacenos el favor y no salgas más de tu casa, somnoliento extremo y macabro.

SUJETO 3: El impertinente emocionado y cantante.
Apenas comenzaban los arpegios de una canción, este entusiasta retrógrado empezaba con un “qué lindo…”. Terminaba la canción y él “qué lindo…”. Empezaba otra canción y el monco lanzaba otro “qué lindo…”. Y así durante las DOS HORAS del concierto. Apenas si cambiaba la entonación en su única frase. Si no sabés sinónimos de la palabra “lindo”, abstenete de repetirlas como un conductista frenético. Comprate adjetivos, desquiciado.

Pero no sólo eso. Se sabía algunas canciones y las cantaba como si se le fuera la vida en ello detrás de mi orejita. Yo pagué para escucharlo a Fandermole, y no a vos, desafinado entusiasta, totalmente desubicado y provocador de vergüenzas ajenas. Además de adjetivos, comprate un sentido común o los discos de Fandermole y cantalos encerrado en tu casa para no perturbar a la humanidad, gracias.


BONUS TRACK: Como vengo embalado, aprovecho la oportunidad para advertirles a los impertinentes que andan con sus motos tuneadas con parlantes en los que suena el reggaeton “shhh, shhh, nadie lo sabrá”, que la próxima vez que me los cruce les voy a encajar una patada voladora. Ya lo saben.

A pesar de esta revolución que está en su génes (¡Y QUE PODEMOS FRENAR!), el finde fue muy bueno y Fandermole la rompió. Acá abajito pueden poner play y escuchar una canción que me gusta mucho.