Caricias de primavera

Interrumpimos la transmisión habitual para un boletín de última hora: La tolerancia de Lolo cae a niveles históricos y hace caer a las bolsas del mundo (?).

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Creo que estoy bajo los efectos de factores como la altura del año (!), la primavera o no sé que conjugación macabra entre estas variables y otras más que describiremos luego. Bajo ése efecto (Y EN CLARA POSESIÓN VIEJUJA) comentaremos la sucesión de hechos trágicos del día de la fecha:

CORTE DE TENSIÓN. Cansado del nido que había colonizado mi cuero cabelludo, me dirigí raudo a la barbería de siempre. Cerrada. Como no me aguantaba más el pelucón asesino, caminé y entré a la primera que vi más o menos decente.

La barbera (?) tenía tanta onda como el paralelo 39. Le expliqué cómo me había cortado la última vez y que hiciera según su criterio. A cada rato me preguntaba “está bien este largo? ¿así en los costados? ¿qué hago con las patillas? ¿te “entresaco” pelo?”.

Amablemente, respondí sus interrogantes profundos con repetidos “como a vos te parezca mejor”, ya que yo tengo cero sentido sobre mis cabellos. Pero me tensionó su tensión. A ver, anulada, era un corte de pelo nomás, no una política de Estado a 30 años...

RISADAS MACABRAS. Volví a la oficina después de la semana en el sur y el finde largo. Me tuve que topar con un compañero de trabajo que se ríe como una hiena excitada y de forma grotesca por toda la oficina. No sólo eso. Se ríe de sus propios chistes malísimos y lamentables.

Tuve deseos de arrojarlo por la ventana. Pero en lugar de eso se me ocurrió una idea genial: voy a hacer una colecta para que este primate se compre un sentido común y, si le alcanza, lo que le falta de evolución así deja de ser un australopitecus.

VIENTO QUE TE QUIERO VIENTO. La primavera está con todo. Apenas salí de la oficina, se levantó un viento huracanado con tierra y MUCHO polen desparramado por todas partes. No había caminado una cuadra cuando una hoja de diario me dio de lleno en la cara y medio enceguecido casi me choco a un cretino que iba por la vereda en bicicleta.

No sé qué hacer con esto. El pronóstico dice que el viento sigue hasta pasado mañana y no creo poder resistir. Quiero que alguien ponga una ojiva nuclear en el anticiclón del Pacífico que es el que genera estos vendavales repugnantes, y que alguien les explique a los palurdos que las veredas son para caminar, no para andar en bici, y que los tachos sirven para tirar los diarios viejos.

Pero lo que colmó mi día fue entrar al Homebanking y ver esto:

Es lo más triste que me puede pasar en la vida. Quiero irme YA de nuevo al sur y no volver, aunque sea, por dos meses o tres.

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Retornaremos con la programación habitual en breve. Muchas gracias.