Amo de casa desesperado

La semana pasada unos amigos, Moni y Luks, me regalaron un lavarropas al que le hacían falta unas reparaciones menores. Me dije: “Excelente, esto pone un punto final a la tensa relación que tenemos con Lave Rap”.

Ayer llegó el pequeñuelo del service, todo arregladito y brillante. Se trata de un lavarropas de esos a paleta, y de tamaño conveniente. Se llama Due (?).

Pues bien, hoy decidí inmiscuirme en este mundo desconocido para mí: lavar ropa. Sé que muchos se reirán, pero jamás lave ropa por mí mismo en un aparato así. Me acuerdo que de chico había uno así en casa, luego el automático lo reemplazó con todo éxito.

Seleccioné las prendas: Remeras, un jean, camisas, una toalla, un pantalón deportivo, medias, calzoncillos, bla. Todo adentro.

Fui al súper a comprar un jabón presentable. Volví, accioné y mientras hacía otras tareas, el coso hacía su trabajo. Como a los 15 minutos frenó. Me pareció demasiado rápido, así que le di otra vuelta.

Cuando finalizó abro la tapa y veo un color carmín en el agua. Sí. Una remera roja se había colado vilmente. Aunque más que remera, creo que era una súper anilina disfrazada de remera a juzgar de cómo quedó el resto de las prendas.

El resultado fue:
-Dos remeras blancas convertidas a un… color salmón, pongámosle…
-La toalla digna de un hippie de los ’60 con un vatik casi perfecto.
-30 puteadas contra la remera (CLARO, ANTES LE PODÍA ECHAR LA CULPA A LA DEL LAVE RAP, AHORA LA CULPA ES DE LA REMERA, OBVIO).

Aquí un detalle gráfico de lo acontecido:
A su izquierda mi pantalón blanco Ala, a la derecha la remera salmón. Basta, ¡no es rosa dije!

Pero esto no es todo, amigos. Cuando estoy por cambiarle el agua para el enjuague noté que goteaba un poquitito… -Oh- me dije –qué será esto…-. Luego procedí a arreglarlo dándole un pequeño tironcito y PAF, se salió la manguera del desagüe y comenzó a caer toda el agua carmín en el piso del baño, mientras mis puteadas contra la remera se incrementaban de forma escandalosa.

Estuve dos horas enjuagando todo a mano… siempre me parecía que le quedaba jabón. Eso sí, la remera roja, limpita. Me odio.