El arte de llegar tarde

Nota: Parte de este compendio puede utilizarse a discreción para otras actividades como estudio, una reunión, etcétera. Nunca para citas románticas, que llevan otro proceso. Basado en hechos de la vida real.


En sintonía con el reciente giro drástico y dramático de Reflexiones a la Lontananza, continuamos con la seguidilla de consejos para mejorar este mundo perverso en el que vivimos.

Hoy, la tarea de nuestros especialistas y equipos técnicos fue elaborar un sistemático proceso para llegar tarde al trabajo.

Bien. Aclarados los tantos debemos comenzar diciendo que llegar tarde no es quedarse dormido. No señores, esto es un arte y como tal debe realizarse de forma apasionada, no dejar al arbitrio de nuestro sueño el destino de nuestra impuntualidad.

Porque, ante todo, esto no se hace por dormilón. Nos levantamos a la hora que corresponde. Este concepto es importante, por favor, releer y repetir hasta fijar el conocimiento (SOMOS FANS DEL CONDUCTISMO).

Caso testigo:
Trabajamos en una oficina de 8 a 15 realizando tareas diversas y por demás embolantes. Vivimos a dos cuadras del lugar de trabajo.

Paso a seguir:
1) Ponga el despertador a las 7.30. Remoloneé hasta las 7.45. Como mucho, hasta las 7.50.
2) Levántese, vístase, aséese, lávese, cepíllese, mírese y séquese. Una vez cumplido, archívese.
3) Mire el reloj. Ya son las 8. Piense que como vive cerca, cinco minutos tarde no le jugarán en contra.
4) Prenda la TV. Vea un poco. Una vuelta por los canales de noticias que a esta hora transmiten información de escaso interés. Un tipo le habla del tránsito en Buenos Aires. Desinterésese.
5) Note que tiene hambre. Abra la heladera. Ciérrela. No hay nada que nos interese (BAH, NO HAY NADA, PUNTO). Acuda a las galletitas de la alacena. Tome una infusión: mate, té o café. Sal a gusto.
6) Mire el reloj. Ya son las 8.15. No es TAN tarde. Aparte ¿por qué el apuro? Puteé contra el sistema laboral un ratito y siga con las galletitas y su infusión.
7) Prenda la computadora. Chequeé mails, estado del tiempo, repase los principales diarios de la región y del mundo. Vamos, esto no le insumirá demasiado tiempo. Conéctese al MSN. Si tiene a algún contacto conectado, salude, no sea grosero. Bloquee a los que tienen de nick “Feliz primavera”.
8) Mire el reloj. Son las 8.45. Piense en cliché: “bueh, ya es tarde para llegar temprano y temprano para llegar tarde”. Siga bloqueando gente y lea su horóscopo.
9) Oh. Hay un poco de desorden en nuestro cuchitril. Ignórelo por 10 minutos. Luego tienda la cama, pero no tarde mucho. El tiempo es oro.
10) Piense: “Nunca está de más escuchar algo de música”. Prenda la radio o active su reproductor en la PC. No sea mersa, no se ponga el reproductor de MP3 en las orejas estando adentro. No, tampoco baile. Concéntrese.
11) Mire el reloj. Son las 9:15. Recuerde todas las veces que lo hicieron quedarse hasta las 17. Sienta rencor y verá cómo se le va la preocupación por el horario.
12) Mire su celular. Entraron mensajes mientras dormía. Analice por qué le enviaron tales mensajes. Hágase la película. Preocúpese un rato. Responda con alguna barbaridad y retorne a las galletitas. Tanta actividad da hambre.
13) Bostece. Estírese y predispóngase: “ohmmmm, tengo que ir a trabajar”.
14) Mire el reloj. Son las 9.40. El horario justo para salir. Pero recuerde que tuvo que ir a solucionar un problema el sábado cuando claramente no le correspondía.
15) Saque un brazo por la ventana y corrobore si los datos del tiempo son correctos o inventados. Si son correctos, abríguese o desabríguese en consecuencia.
16) Cierre la llave de paso del gas, deje las canillas cerradas, apague las luces. Mire su cuchitril. Sonría, está todo bajo control.
17) Salga, pero olvídese la llave adentro. Vuelva. Revise otra vez que todo esté bajo control. De paso agarre el celular porque también se lo estaba olvidando.
18) Mire su reloj. Son las 9.55. Dígase: “tengo que dejar de llegar tarde a trabajar. Mañana lo intento”.
19) Salga de nuevo, cierre con llave, y camine las dos cuadras que lo separan de su trabajo tarareando una melodía de moda. Sí, "Muchacho que vas cantando con tu guitarra por la ciudad" es una excelente opción.
20) Entre a la oficina y mire su reloj. Son las 10 en punto. Perfecto. Lo ha logrado y merece una medalla por haber aprendido este maravilloso arte.
21) Si alguien lo reprende, cambie a modo “actor” y cuente alguna anécdota del pasado en la que se haya visto obligado a trasnochar y quedarse dormido. Es infalible. Pida disculpas y trabaje, que para eso le pagan.

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HOY LEO ESTO Y NO ME QUEJO:
Korochi Industrias: Rejunte de máximas acerca de la vida. Excelente fábrica de pensamientos cortos sobre la cotidianeidad, con mucho ingenio y humor del bueno.
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