Cerebros nublados por lluvia

Centro neuquino con lluvia.

Hace una semana que está lloviendo. Es un acontecimiento inédito que nos ha convertido en las personas más desquiciadas en la faz del planeta. Rara vez caen gotas y ahora lo hacen sin cesar. A cada rato. Una locura. ¿Qué pasó con el desierto? ¿Eh?

Chaparrón, cubierto con lluvia, nublado con llovizna, garúa finita y molesta. El tiempo está empeñado en variar entre alguna de esas cuatro combinaciones. De ser sincero, me gusta todo menos el chaparrón.

Pero la cuestión de fondo es que nadie sabe cómo manejarse ante este fenómeno insólito (DESCONOCEMOS AMPLIAMENTE EL CICLO DEL AGUA). Por ello, andamos por las calles cual turba perturbada dejando de lado toda clase de modales que tan bien hemos cultivado durante años (?).

Pues bien, hoy salí raudo a pagar la tarjeta de crédito antes de que estos intolerantes me vengan a embargar las pocas pertenencias que tengo. Me calcé reproductor de MP3 y salí dichoso por la principal avenida a caminar 10 cuadritas.

En el camino ocurrió lo siguiente:

1) Dos mujeres me dieron de lleno con las simpáticas puntitas de sus paraguas. O sea, señora, si no sabe usar el paraguas no lo saque. Se moje como todo el resto de los mortales y no salga a estrenar un paraguas que compró en 1980 cuando llovió así por última vez y se deje de experimentar con los peatones.

2)
Casi me atropellan en tres oportunidades mientras pasaba por sendas peatonales. Yo tenía el paso, pero estos tres mequetrefes, afectados por el 100% de humedad se creyeron que las personas no existen.

3) Me choqué (DE FRENTE MAL) con cinco personas. Todos ellos gente como yo, o sea de mi edad… A ver queridos, ¿nadie sabe conservar su derecha? Yo me tiraba para mi derecha para evitar estos accidentes y los muy ñoños hacían lo mismo: se tiraban para mi derecha. Deseé sucumbir ante la inutilidad de estos cretinos.

4) Ejercité al máximo mis cualidades de saltarín olímpico para cruzar las calles inundadas porque las bocas de tormenta están a full (DE BASURA). Mi récord fue dos metros y estoy seguro que eso merecía una medalla olímpica.

5) Pero, como iba escuchando Benjamin Biolay al máximo volumen permitido (POR EL REPRODUCTOR) pronto me cansé de ser deportista olímpico, y terminé metiendo la pata en un gran charco de agua. Luego de toooooooda la peripecia, tuve que volver a cambiarme las medias. Y las zapatillas.

6) Un perro empezó a caminar al lado mío y apenas frené en un puesto de revistas a mirar las tapas de los diarios ¡ÑÁCATE! Se sacudió impunemente. No me atreví a patearlo. Digo, si fue tan hábil como para esperar el momento oportuno para atacarme, no me hubiera extrañado que me dejara sin una pierna, mínimo.

7) En el local de la tarjeta la suma de mis compras daba 100 pesos más de lo que decía el resumen. Obvio que fui a quejarme. El empleado era nuevo. A gatas sabía qué era un resumen. Terminé explicándole YO cuál podía ser el problema… Por supuesto no me creyó, hasta que lo consultó y todo perdí como una hora de mi vida y lo odié. Finalmente me fui quedándome con las ganas de aplicarle una patada voladora. A todos.

¡LLUVIA!

Sospecho de un pacto encubierto entre Zeus y el Gobierno para llenar los embalses que quedaron secos por la crisis energética. Como siempre, la terminamos pagando los más pobres (?).


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HOY LEO ESTO Y NO ME QUEJO:
Yo quería tener candor...: Anecdotario, batiendo cantina, nos saca la ficha, cosas para olvidar y mucho más. Escritos de Alejandra, una música candorosa desde Mar del Plata.