Triplete de costumbres que no entiendo

***Vivo en un departamento cuya puerta da a la calle de forma directa. Atenti porque este detalle es importante. Una mañana, muy temprano (a eso de las 7.30am) escuché un toc toc repetido en mi puerta. Quise seguir durmiendo pero el golpeteo fue insistente. Imaginé algo importante.
Mientras me despejaba las lagañas, fui y abrí la puerta. Se produce el siguiente diálogo:
Fulano: ¿No sabés si están los del 3º?
Lolo: (francamente desconcertado) Ehm… No sé. ¿Tocó el timbre? (se trata de un ingreso DIFERENTE)
Fulano: Sí. Pero no me atienden. ¿Y cómo subo?
Lo miré, entrecerré los ojos, emulé una sonrisa y le cerré la puerta sin decirle nada.

***La chica del mercado de la esquina que no es simpática pero tampoco vende cosas baratas, es un caso surrealista en mi vida. Muchas veces pensé que yo tenía problemas para modular al hablar, pero no.
Hace un rato fui y le dije, claramente:
Lolo: (distendido) Hola, ¿como te va? Necesito medio kilo de pan.
Ella: (indiferente, como siempre) Está bien. ¿Medio kilo de qué?
Lolo: De pan.
Ella: Bueno. ¿Cuánto querés?
Lolo: (no tan distendido) MEDIO KILO...
Ella: Está bien (me lo entrega). Sería 1,75, ¿necesitás algo más?
Lolo: No, gracias (le pago).
Ella: Acá tenés tu vuelo ¿algo más necesitás?
La miré aterrado y me fui.

***Estábamos sentados esperando el cole con a un amigo sentados en un cantero (sepan que en Neuquén la frecuencia de los micros es de entre 15, 30 minutos y una hora). El insistía en fumarse un puchito a pesar del fresco. Pero no tenía fuego.
Pasa un sujeto y se da esta situación: mi amigo le pregunta: "disculpá, ¿tenés fuego?". El sujeto se detiene y comienza a revisar los bolsillos superiores de la campera, luego los delanteros del vaquero, va hacia los traseros, indaga dentro de su campera.
Básicamente se toca todos los compartimientos posibles de su ropa con los ojos mirando hacia arriba para, suponíamos, sentir si tenía un encendedor o unos fósforos carterita. Pasado unos minutos dice: "no, disculpá…. No fumo". Y se fue.

Estas situaciones confirman la incipiente teoría que afirma que la estupidez humana no reconoce límites...