Copa justiciera

Por una cuestión de conservación propia del cuerpo, esto lo podrán asegurar los profesionales de la salud, en los meses fríos adquirimos unos kilos extras. Esto es por demás sabido en los ámbitos académicos. Así, ante el peligro de quedarnos varado en medio de una tormenta de nieve en las cuadras que nos separan del lugar de trabajo, contamos con una protección aislante contra el frío, cual ballenas, y reservas de energía. Eso está muy bien.

Pues bien, es claro que en la oficina nadie entiende estos preceptos de la naturaleza y estoy indignado: el plantel femenino, en su mayoría (SEAMOS JUSTOS) está con todo con las dietas. Se sienten mofletudas. Y en secreto sé que sueñan con participar en Cuestión de Peso (¡POR ZEUS!), o internarse en lo de Cormillot para pesar 40 kilos y ser felices para siempre.

Al mediodía es la misma historia, que empezó esta semana con el primer calor (10 GRADOS…) que anticipa la primavera, el verano, la playa, y las microbikinis que quieren usar en sus vacaciones.

Clasifican las verduras en grupos para poder combinarlas y no ganar peso (LAS COSAS QUE ESTOY APRENDIENDO), se matan con yogures y ensaladas insípidas, me cagan a pedos porque les ofrezco una medialuna, me miran con rencor cuando como un cacho de pan o un bizcochito (ALGUNAS TIENEN SUEÑOS CON PANES, SE LOS JURO), lloran con las fotos de tortas y postres de las revistas, comentan en voz alta las calorías que consumen, y se dicen “¿estás más flaca hoy, no?”, a la espera de un comentario recíproco.

No sé cuánto va a durar esta tortura. Uno de estos días me voy a caer con una mega copa helada con chocolate, frutillas, frutos del bosque, crema y dulce de leche.

La vengadora

Sí, porque la venganza es una copa que se sirve fría.