Tortugón

Hay gente que pratica el siniestro deporte de molestar a los demás con actitudes incomprensibles. Nunca podré entender los mecanismos mentales que se accionan en este tipo de personas que no hacen otra cosa que estorbarles la vida de las demás personas.

El caso es que ayer mi cámara de fotos murió de muerte súbita (al caer de una repisa). La llevé al service técnico. Me pidieron fotocopias de la garantía (roguemos al cielo que la garantía cubra el problema) y de la factura de compra.

Fui hasta una librería, que era lo más cercano. Cuando llegué, había un sólo sujeto, al que denominaremos Tortugón que estaba en plena compra. Tres empleados: uno atendía a Tortugón, otro hacía fotocopias y otro un inventario.

Cuestión que Tortugón preguntaba por una bolsa de regalo o un sobre o algo. Y el muchacho paciente le mostró toda la variedad. Toda.

Se acumuló gente. Tortugón no se decidía. Desfilaron bolsas plateadas, acrílicas, de todos los colores, tamaños y formas posibles.

Finalmente, luego de 20 minutos, eligió un sobre de papel madera y allí puso otro sobre. Y pidió un moñito porque era para un regalo. Y el sujeto de la librería sacó todos los moños. Todos. Tortugón los miraba y los ponía sobre el sobre (valga la redundancia) para ver cuál combinaba.

Finalmente se inclinó por uno violeta.

-¿Cuánto es?- indagó.

-Y... serían 50 centavos- señaló el vendedor.


Nunca había sentido tanta repugnancia en toda mi vida.