La rebelión de los diecitantos

Sabíamos que este día iba a llegar.

Lo previmos desde siempre. Desde la génesis misma de la ciudad.

El escenario: la Avenida Argentina de Neuquén.

Una arteria que los fines de semana está saturada de multitudes, de hordas de los de “diecitantos” y un poco menos también, de los que pasan sus horas simplemente parados. Ni siquiera se sientan.

Atiborrados en el cantero central de la avenida, lucen sus modas, hablan su idioma, se adueñan sin ruborizarse de cinco cuadras donde ellos son los gobernantes de tan neurálgica arteria.

Y cuando cortan las calles y todo el sector se convierte en peatonal, siguen atestando los canteros. No bajan al pavimento. Prefieren la asfixia con los pares. Desde un punto panorámico se ve que son una multitud.

Pasamos y nos sentimos viejos. No entendemos de qué hablan. No sabemos por qué se concentran ahí. No alcanzamos a comprender qué les impide desparramarse en otros puntos.

Cualquiera que viva en Neuquén sabrá de que hablamos.

Anoche ocurrió.

Los que sólo se juntaban, rejuntaban y recontrajuntaban en la avenida explotaron.

Una pelea entre bandos (sabíamos que no podía haber tanta paz) terminó con saqueos a la juguetería Flipper -el que no ataca Flipper en una gresca es un boludo-, heladería apedreada. Luego los gases de la policía, que lejos de dispersarlos los envalentonó. “Todos contra la cana”, fue la consigna.

Amo a esta ciudad.







La gresca según:
Río Negro
La Mañana




ACTUALIZACIÓN: Al parecer, el móvil de los enfrentamientos fue el robo de un celular (y las ganas de romper todo). Cito a la gran Loli Ñopo quien alguna vez reflexionó (y parafraseo, ojo): “Hay que sacarles los celulares a todos. Primero tienen que aprender a comportarse en sociedad, y recién después pueden tener su celular”.