De guías y turistas
No entiendo ni a los guías de turismo ni a los turistas. Me parecen dos tipos de personas prescindibles en la vida. Hablo de esos que andan como manadas.
El caso es que el fin de semana pasado fuimos con un amigo hasta la increíble Villa La Angostura. El primer día escalamos el cerro Bayo y, el segundo, caminamos hasta el Bosque de Arrayanes (13 kilómetros la senda de ida, más 5 hasta el pueblo. Más la vuelta).
En fin, llegamos hasta el mítico bosque donde se dice que Walt Disney se inspiró para hacer Bambi. Estábamos en el entablado que está en medio del bosque color canela cuando nos topamos con un rebaño llegado en catamarán liderado por una guía vociferona.
Imposible esquivarlos. Decidimos escuchar la narración de la fulana. Lo primero que hizo fue hablar mal del llao llao, un fruto que crece en estos lados y que le da nombre al lujoso hotel de Bariloche. Algo así como que este fruto ataca los árboles, que se ven obligados a hacer nudos en sus ramas.
Cuando finalizaba el circuito nos topamos con la casa de Bambi. “Y esta no es la casa de Bambi, es un invento para atraer turistas”, dijo sin que se le cayera la cara a la muy desgraciada. Primero porque su público eran todos turistas y, segundo, porque habla de lo truchos que somos en la zona a la hora de inventar cosas.
Además de la impertinencia de la guía, me asombró la abulia de los turistas que asentían, no preguntaban ni criticaban. Borregos totales.
Digan que estaba cansado por los 18 kilómetros (y me quedaba la misma cantidad para volver) y del día anterior de escalada, que si no les caía con un pedazo de arrayán por la cabeza.
La próxima vez trataré de averiguar a qué hora NO VAN turistas ni guías para disfrutar de forma completa el paseo.