Chispa confesolo

Chispa es una de esas personas que jamás va a tener problemas en lo que respecta a la plata. Nunca va a escatimar en gastos en salidas, a la hora de invitarte un trago, o de comprarse cosas que a la semana ya no usa. Aún ganando un sueldo bajo porque redujo su jornada laboral, el taxi fue su medio de movilidad.

Aún en días en los que las finanzas de todos sufren. Lo clásico es que esto ocurra entre el 20 y el 30 de cada mes, y generalmente se extiende hasta los primeros días del mes siguiente, justo antes de cobrar.

Esto fue así hasta hace unos meses. Noté que mi amiga comenzó a controlar sus gastos. El taxi desapareció de nuestras vidas. Yo porque me mudé al centro. Y ella… no sé. Simplemente me limité a acompañarla HORAS hasta que pasara el cole. Con calor, frío. A la hora que las circunstancias lo dispusieran ahí estuve haciéndole el aguante.

Pero nunca se me vino a la cabeza preguntarle acerca del por qué de su rapto de austeridad.

Hasta que hace unos días mientras esperábamos la línea que la lleva hasta su casa, Chispa comenzó a contar cosas que no le había contado a nadie acerca de sus secretos para tener siempre plata (antes, ya no).

Cuestión que está pagando un préstamo que le cedió una hermana porque no lo iba a necesitar y ella iba a encarar la compra de un autito. Varios miles de pesos eran su patrimonio. Y se lo fue patinando a lo largo del año sin comprar el mencionado autito.

Suspiró aliviada luego de la revelación y casi con lágrimas nos descostillamos de risa hasta que pasó el cole.

Seguimos fieles a nuestra ideología: que la plata nunca sea un problema. La próxima ronda, la invito yo, Chispa.