Mis monedas místicas

Las monedas de mi departamento son un verdadero misterio. Si alguien me puede explicar el por qué de los enigmáticos hechos que protagonizan… pues que me lo explique.

Aclaración primera: plata no me sobra, de hecho estos últimos meses ni siquiera me alcanza para tener alguna cosa interesante en la heladera o en la alacena. Pero eso es otra historia.

Cuestión que cuando se me ocurre limpiar porque el desorden ya no me deja ir de la cama al baño, por ejemplo, aparecen monedas y más monedas. Sus valores varían entre los 5 y los 10 centavos y, en algunas ocasiones, hasta he encontrado monedas de 25 (¡ya quisiera yo que por lo menos fueran todas de un peso!).

La semana pasada destiné un frasquito pequeño para guardar ahí los bronces que bien podrían servir para los días lluviosos de fin de mes (como en estos precisos momentos). Pero hoy, mientras barría -así… a la lontananza-, encontré más monedas.

Hace un tiempo mi amigo Matías, quien no posee ingresos propios momentáneamente, propuso dedicarse a juntar lo que el consideró “sobras” de mi departamento y vivir, así, una vida sin privaciones materiales (?). Me negué hasta tanto pueda resolver este misterio.

Dejo aquí esta desvariación sin sentido para ponerme a juntar las moneditas y, de una buena vez por todas, saber cuál es mi patrimonio verdadero porque ellas son, definitivamente, los únicos valores que puedo contar.

¿Cómo aparecen? No lo sé. He elucubrado una serie de teorías, pero ninguna me convence. Lo único que hubiese querido es que este misterio esté relacionado con billetes y no con magras monedas de 5 centavos.